Recuerdo aquel primer verano nuestro, era tan perfecto
todo. Vos me mirabas y me decías que me amabas. Yo te abrazaba y no sentía
culpa alguna. Te besaba y nos sentíamos los dos completos, llenos, felices por
la relación hermosa que habíamos conseguido sin haberla buscado (o al menos en
mi caso)
Pero de pronto llega el otoño y de la misma manera en que
las hojas comienzan a separarse de aquellas ramas que la mantuvieron viva
durante largo tiempo nosotros comenzamos a separarnos, a sentirnos diferentes y
a notar que no todo era amor. ¿Qué nos estaba sucediendo?
No le dimos importancia, el amor que nos teníamos era más
grande que cualquier pelea que podría llegar a haber, nuestras ganas de estar
juntos superaban cualquier escena de celos, cualquier desconfianza, cualquier
comentario diferente que podíamos llegar a tener cada uno con respecto al otro.
Los dos sabíamos que habíamos nacido para estar juntos en algún momento de
nuestras vidas. Y no queríamos dejarlo de nada por nada en el mundo, porque nos
amábamos a pesar de las diferencias que estaban comenzando a surgir.
Llega la primavera y los dos ya cargábamos un anillo cada
uno para afianzar aquel amor que teníamos y comprometernos a que “nunca nos íbamos
a alejar”. ¿Recordás ese fin de semana largo juntos? Había dejado de viajar con
mis compañeros del colegio para estar sólo con vos, porque era tu cumpleaños y
quería darte el mejor regalo. La habíamos pasado tan bien, estábamos completamente
enamorados que no nos dábamos cuenta de que en algún momento teníamos que
solucionar el tema de las diferencias que teníamos.
Luego llega el verano, con peleas de por medio. Pero era
todo exactamente lindo, muy lindo. Tomaste la decisión más importante para vos
y para mí: habías decidido venir a vivir en la misma ciudad que me iba a
estudiar. ¿Loco, no? Sí, demasiado… un acto hermoso.
Se me vienen a la mente miles de películas en las cuales se
deben separar los amores de último año porque uno de los dos logra conseguir
una beca a una universidad prestigiosa y debe irse lejos a estudiar, y ese es
el motivo por el cual se separan. Pero este no era nuestro caso. Vos ibas a
estar conmigo, acompañándome… pero seguimos este largo trayecto sin haber
solucionado las diferencias que cada uno tenía con el otro.
Tus celos, tu inseguridad, tu desconfianza hacia mí. Mi mal
trato, mi mal humor, mis celos. ¿Era necesario todo esto? No, pero no le
dábamos demasiada importancia… nosotros queríamos estar juntos y seguir amándonos,
pero no nos dábamos cuenta que nuestro amor se estaba muriendo de a poco.
Pero luego se torno diferente, ese amor ya había empezado a
ser tapado por una manta de peleas, lágrimas, violencia verbal… era esto lo que
buscábamos? No. Pero lo habíamos conseguido por nosotros mismos.
Esto fue así durante más de seis meses… hasta que me cansé
de la situación y se terminó todo. Habías caído en lo que había pasado y te
arrepentías. Llorabas por mí durante más de tres meses. Tomaste la decisión de
volverte a nuestra vieja ciudad sin mi consentimiento, y me sentía mal.
Llegó un día y volvimos a intentarlo, pero era diferente… necesitábamos
tiempo para ganar la confianza que aquel día habíamos perdido. Vos no lo
tolerabas, no querías esperar y darme mi tiempo. Me dejaste, y acá estoy…
tratando de entender el por qué de todo lo que pasó. Sin entender qué aporte
para todo esto.
No tendría que haber vuelto a hablar de vos, pero he aquí
mis ganas de sacarme un poco de vos.
Ramiro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario