Creí
que podía escapar fácilmente de esta guerra que tengo en mi cabeza, de este
sentimiento de “¿Dónde estoy? ¿Por qué
sigo en el mismo lugar que años atrás? ¿Cómo salir de esto?”, creía
sinceramente en ti y en mí, en tus palabras, en tus actos, en tu luz y en tu
sombra.
La verdad de la situación es que me encuentro
hablando solo, conmigo mismo, creyendo que tengo personas frente mío y que me
entienden una vez… después de tanto llorar porque nadie me entendía, hoy el
silencio y la ausencia lo hace.
Creo
que no debí pensar que alguna vez iba a ser diferente. Me perdí a mi mismo de
la mejor manera que pude, perdí mi eje, mi equilibrio, mi norte y mi sur. Mi
mundo se mezclo con tu mundo, y no puedo dividirlo… no puedo comenzar a creer
que alguna vez todo va a normalizar, que voy a volver a ser mi antiguo yo, que
voy a poder encontrar la fórmula para ser todo lo que alguna vez buscaste… y
que no vas a seguir buscándolo en amores pasajeros por internet.
Es
tiempo que empiece a sacar afuera todo lo que venía escondiéndome hace mucho
tiempo, porque creo que esta es la mejor manera en la cual voy a poder comenzar
a ser yo… comenzar a encontrarme; desahogándome de mi, de ti, de nuestro pasado
y de nuestro frustrado futuro.
No
me interesa que en este momento me estén leyendo muchas personas, no me
interesa gritarlo a los cuatro vientos y no me interesa estar sentado solo en
esta mesa hablando en círculos como lo hago siempre, una y otra vez. No me
interesa la repercusión que pueda llegar a tener todo esto, no me importa mi
pasado, no me importa mi presente, no me importa mi futuro, no me importa si
hago las cosas bien o si hago las cosas mal, no me importa si esto es un final
o si es un nuevo comienzo, no me interesa ya absolutamente más nada. Porque las
fuerzas desaparecieron, las fuerzas te las llevaste, o las tiraste al suelo
como cada una de las promesas que hiciste durante años. Y esto es por lo que
escribo, por las promesas que rompiste, por las lágrimas que me hiciste
derramar, por la vida que me hiciste proyectar para luego tirarla por la
ventana de tu tercer piso como aquella porción de tarta del año pasado que voló
por los aires cuando quisiste. Yo estaba ahí y lo recuerdo muy bien… y es por
eso que ahora me está volviendo en flashes todo lo que sucedió y se comienza a
chocar con lo que estoy viviendo, comienza a disparar misiles que dicen “¿sinceramente… crees que vale la pena
seguir intentándolo, solo?” Y es ahí cuando digo, tengo que parar, tengo
que frenar esta situación, tengo que terminar de sentirme de esta manera.
Me
dirijo al baño y me quedo mirándome al espejo; mis ojos hinchados, mis pupilas
dilatadas, mi boca susurrando inútil “¿por
qué?”, y mi mente navegando por miles de rutas que nunca se van a encontrar
con las tuyas… porque estas lejos, porque estas en otro planeta, estas en el
mundo que siempre me pediste que nunca pise, estás viviendo dentro del monstro
que siempre temiste, estás alimentando lo que siempre trataste de matar, estas
siendo quien siempre me dijiste que no fuera.
Y
es ahí cuando me doy cuenta que todo esto estaba destinado a ser así, que si
ibas a cambiar no iba a ser para bien… que siempre estuvo primero tu bienestar
y el de los terceros, del mío ni hablar. Que siempre te amaste más a ti mismo
de lo que pudiste llegar a amarme. Que siempre creí en ti y que siempre recibí
un “en este momento no”.
Es
por eso que estoy comenzando a escribir mi segunda hoja de esta carta, que no
titulo como “la última” porque lo hice miles de veces antes y nunca fue así…
seguí hablando de ti y de mi, seguí alimentando mi imaginación y mis esperanzas
diciendo “va a cambiar la situación y
todo va a estar como siempre tuvo que estar”.
Pasan
los días y me doy cuenta que no, que no era así, que yo no era lo que querías…
o que yo no soy lo único que quieres. Que me haces sentir que lo único que te
interesa de mi es tenerme a tus pies, que no tenga comunicación con ninguna
persona, que sea absolutamente tuyo como lo fui durante estos últimos años,
para cuando vos alimentes un poco más tu seguridad… me dejes caer nuevamente.
Porque si no te diste cuenta, estuvimos en la cuerda floja durante mucho tiempo...
y siempre me dejaste caer.
Y
ahora estoy así, lastimado y completamente sin fuerzas para volver a subir a
ella, o al menos, para poder mantenerme en pie. Y vos estas en el mejor de los
estados… a vos no te interesa nada de lo que me está pasando a mí, porque nunca
me amaste ni a mí, ni a él, ni a nadie.
Porque
tenes tanta inseguridad que lo único que queres es sentir que tenes a todas las
personas que querés en tus manos, y que cuando lo logras… dejas caer todo,
dejas que todo se derrumbe. Porque como dije veces anteriores, no te interesa
más que tu bienestar, no te interesa a costa de qué lo estas logrando… sólo
queres ser feliz vos, y los demás que se las arreglen.
Es
impresionante ahora que me pongo a pensar la cantidad de entradas, textos,
palabras, frases que te dediqué a vos… y nunca las tuviste en cuenta. Que mis
cartas abiertas eran para que abras los ojos y comiences a hacer las cosas
bien, que seguía creyendo en ti.
Sé
que no soy un santo, y que tengo gran culpa de todo lo que sucedió y de lo que
está sucediendo. Como lo dije siempre, tal vez siempre exijo demasiado de las demás
personas… y es por eso que hoy no estás. O tal vez mi culpa fue haberme convertido
en lo que siempre quisiste de mí, y haberme perdido a mí mismo. O el creer en
que te importé. O el creer que todo iba a cambiar. O el creer que yo era lo que
necesitabas, y no darme cuenta a tiempo que tenía que alejarme porque esta
situación se me iba a ir de las manos e iba a comenzar a quemarme a mí mismo…
así como lo hiciste con las demás personas. Porque no sé si te diste cuenta de
cómo son las demás personas con las que has estado… son así porque vos las
quemaste, vos las dañaste de tal manera que se convirtieron en algo frívolo, en
algo que nunca antes se había pensado.
Porque
te di todo de mi… mi fuerza, mi equilibrio, mi voluntad, mi esperanza, mis
virtudes y defectos. Y los quemaste… los tiraste al suelo, los aplastaste y los
quemaste una y otra vez. Y acá estoy en estas cuatro paredes absolutamente solo
creyendo que alguna vez vas a entender lo que estoy tratando de decirte. Pero
no lo vas a hacer, y cuando lo hagas… va a ser completamente tarde.
Porque
nada es para siempre… el café se enfría, el humo se disipa, la gente cambia y
el tiempo pasa. Un “te amo” hoy se
puede convertir un “te odio” mañana,
y un “me arrepiento” puede ser un “es muy tarde” mañana también.
Porque te amé, te amo y te
amaría una y otra vez… pero no tengo fuerzas, no tengo convicción, no tengo
creencias, no tengo el mismo espíritu, no tengo lo más importante… no tengo
seguridad y no te tengo a vos.
FIN.
No hay comentarios:
Publicar un comentario