Translate

YOU SHOULD'VE KNOWN...

YOU SHOULD'VE KNOWN...

Nada es para siempre.

 Estos últimos días estuve pensando mucho acerca de lo siguiente:

cómo no sabemos nada y cómo nuestra vida cambia de un día para el otro.

Muchas veces, en mi afán de tener el liderazgo de mis pensamientos, creí que sabía todo respecto a mi vida. Todo lo que sucedía. Todo lo que iba a pasar. Que todo estaba predestinado a ser de una forma y que nada iba a cambiar si yo no lo decidía.

Y tal vez hace dos años ese pensamiento se cayó cuando una de las peores noticias de mi vida recibí. Mi abuela había fallecido. Y yo no lo esperaba. Creo que nadie se espera una decisión de esas.

Mi vida era completamente normal y creí estaba en un buen momento, donde nada tenía de qué preocuparme. Recuerdo la noche anterior a que sucediera, ella junto con mamá, me hicieron una videollamada para preguntarme sobre la materia que había aprobado -ella se ponía siempre tan feliz cuando aprobaba una materia-. La charla fue corta porque la cena ya estaba lista y le dije: "mañana te llamo y te cuento bien". Al día siguiente, desperté a hacer mi rutina nuevamente, estaba caminando por la cochera yendo al auto para ir a cursar y veo que tenía llamadas perdidas de mamá que no atendí porque era muy temprano -y yo en ese momento no quería hablar. Hasta que leo uno de sus mensajes: "tu abuela falleció" y fue en ese momento como todo mi mundo se detuvo. Ya no giraba. Y me quedé paralizado en el medio de esa fría cochera, un 22 de mayo de 2019, un día que llovía a cántaros -justo como hoy. No supe como reaccionar. No estaba solo, Uli me acompañaba. Y sin pensarlo decidimos viajar a Concordia.

Creo ese fue el momento en el cual me di cuenta que debía cambiar mi sistema de creencias. Todo en pos de mi salud mental. Y me dí cuenta como no tenemos nada asegurado. Cómo todo puede cambiar de la noche a la mañana. Y cómo ese pensamiento de que yo controlo mi vida, no era así. 

Todo lo que yo creía era estable o estaba en un buen momento, nada tenía sentido. No era así. Una parte de mí no era la misma. Yo no era el mismo. Y nunca iba a volver a serlo.

Tenía que volver a construirme. Volver a conocerme. Volver. 

Y tal vez estos días me tienen muy movilizado con respecto a mis emociones, que estoy escribiendo más de lo que suelo hacerlo. Tal vez la lejanía física de mis seres queridos. Tal vez pensar en la última vez que te ví. Tal vez en darme cuenta que, sin darnos cuenta (valga la redundancia) estamos en una lucha diaria por ser nuestra mejor versión. 

Hoy son 2 años desde que yo cambié. Y en esos dos años hubieron millones de veces más que yo cambié. Porque algunos miedos se fueron. Otros llegaron. Aprendí a entender que muchas veces vamos a tener que cambiar a la fuerza. Dejar nuestra zona de confort y decidir qué hacer con nuestra vida. 

Y tal vez muchas veces juramos que vamos a estar al lado de alguien y eso no va a ser así. Y no está mal. Significa también crecer en algún sentido. Porque puedo asegurar que aunque nunca haya querido decirle "hasta pronto" a mi abuela estando dentro de un cajón, esa experiencia fue super formativa para darme cuenta que a veces si sucede. A veces si nos despedimos de alguien. Y a veces hacer el duelo es sanar. Porque no somos los mismos que éramos un tiempo atrás. Y porque una mejor versión nuestra siempre espera adelante -o eso debemos intentar. Sino, nada tiene sentido.

Porque nada es para siempre: el café se enfría, el humo se disipa, el tiempo pasa y la gente cambia.

No hay comentarios:


Ramiro Celecia team. Con la tecnología de Blogger.