Las últimas semanas me estuve replanteando demasiado respecto a la manera de vincularme y qué obtengo de ellos. Es como que tengo dentro un sentimiento de que muchas veces doy más de lo que recibo de parte de las demás personas. Y no se muy bien por qué sigo haciéndolo.
A veces siento que muchas de mis amistades no han sabido ser lo suficientemente recíprocas respecto de muchas formas de ayudarlos que tuve, y no es que yo lo haga para obtener un feedback de parte de ellos, sino que cuando me encuentro en mi habitación con mi música, pensando en todo lo que me sucede, identifico que ellos probablemente nunca harían lo que yo he hecho por ellos. Ni un mínimo. Podría mencionar al menos 5 amigos a los cuales he ayudado en cuestiones importantes de su vida, ayudándolos a conseguir una estabilidad que hoy tienen, y nunca he recibido lo mismo. Y lo más triste, es que sé que no lo espero.
Los vínculos y la forma de vincularme siempre fue un tema que me quitaba el sueño. Es algo que me gusta pensar e identificar ciertos aspectos de mi personalidad en ellos. Muchos cambiaron, otros no.
Por otro lado, estoy en un momento de mi vida en el cual tengo más responsabilidad respecto de muchas cosas en el trabajo. Y aunque se que económicamente me es significativo, ya que a tan sólo un año de haber llegado a esta ciudad y país, gano más que la media de la gente, hay algo en mí que no entiende hasta que punto este "sacrificio", que siempre creí debía hacer para luego disfrutar de ciertas cosas, sea necesario. Los últimos días, a pesar de no poder dormir lo suficiente y tener mucha presión, volví a tener bruxismo como cuando estaba a pocos meses de irme de mi país.
Body talks, digo siempre, y sí que lo hace, a través de esta tensión enorme que siento. Y no se siente para nada bien.
Los últimos días he estado buscando muchos vuelos a Argentina para ir a visitar a mis amigos y familia. No se cuando podré hacerlo, ya que no dispongo de suficiente tiempo en realidad. Pero me hace ilusión imaginar cómo sería un reencuentro con mis seres queridos. Los extraño muchísimo. Y aunque aquí esté acompañado, siempre hay una parte de mí que extraña ese calor.
Estar tirado en un sofá apoyando mi cabeza sobre las piernas de Hernan, mis charlas extensas sobre la vida con Gaby, ponernos al día y reirnos de manera descabellada con Pía, hacer chistes con palabras inventadas con las chicas, abrazar hasta no sentir la respiración con Ludmila... ver a mi sobrino con su misma sonrisa pícara queriéndote enseñar cosas, mis hermanos, padres.
Muchas veces me replanteo si la decisión que tomé fue la correcta o no. Y, aunque sepa que estoy en un momento de estabilidad en mi vida, muchas veces extraño esas pequeñas cosas que tenía a diario. La vida no es lo mismo sin esa parte mía, porque muchas veces cuando estoy aquí, siento que no soy yo. Porque me falta mi humor y del otro lado alguien que lo entienda. Porque necesito esa complicidad para contar con alguien y terminar en cualquier lugar a cualquier hora. Porque extraño el Malbec que nos tomábamos mientras reíamos de las mismas anecdotas de siempre. Porque no queríamos convencer a nadie de que éramos el mejor vínculo que habíamos conocido, porque así lo era.
Y aunque aquí tenga personas que conozco hace tiempo ya, sé que nunca fue del todo el mismo vínculo que tenía con ellos. Y nunca lo va a ser. Una parte de mí sabe que no. Y entonces me digo a mí mismo de que quiero conocer gente aquí, conocer otra cultura, no cerrarme a encontrar un grupo de amigos como el que encontré cuando recién había llegado a Rosario. Ojalá lo encuentre, supongo es una de las cosas que más anhelo al respecto.
Como decía, estoy pensando mucho en visitar Argentina. No sé aún cuando. Debo admitir que me da un poco de miedo, porque tal vez este deseo se intensifica y quiero regresarme. Como le pasó a una compañera del trabajo que fue luego de 5 años a visitar a sus amigos y familia a Argentina y cuando volvió había decidido que quería estar allí siempre. Y aunque todavía está aquí este mes, ya ha empezado a planear en cosas allí. Como adoptar una mascota. O trabajar en ciertos lugares. ¿No es acaso esa ilusión lo que nos hace movernos constantemente? Siento que la última vez que la tuve fue cuando decidí irme de mi país, sin tener mucha noción de lo que hacía y del desafío que ello significaba. Pero aún así, no lo pensé mucho y lo hice.
Falta poco para que se termine el año, ya otro año, y espero todo esto se esclarezca de la mejor manera. Porque ese sentimiento de que aún no estoy satisfecho con mi vida no es para nada bonito.
Rami
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